jueves, 11 de junio de 2009

Espíritu y Materia no son tan diferentes

Hoy les voy a hablar acerca de la maravillosa relación entre las hormonas y la espiritualidad. La intención es reducir la distancia que se suele usar para separar espíritu de materia, porque en realidad todo está formado por lo mismo. Analicemos esto último para comenzar.
En el comienzo de los tiempos, hace unos quince mil millones de años, se produjo el Big Bang, una enorme explosión que dio origen al Universo. Dos energías se desdoblaron: una masculina, activa, el Espíritu o Padre; y otra femenina, pasiva, la Materia o Madre. Ambas se juntaron y dieron origen a una tercer energía: el Alma o el Hijo. Una vez que se produjo esta unión aparecieron todas las formas existentes: átomos, moléculas, y miles de millones de años después las células.

Los científicos hablan de cuatro fuerzas originales: la gravedad, la electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil, pero para mí son posteriores a las que nombré anteriormente. Son cualidades o propiedades del Alma.
El Alma se fracciona en miles de millones de chispas que forman núcleos de polaridad positiva, que luego atraerán hacia sí materia de polaridad negativa, formando los átomos que pueblan todo el Universo.
Es decir que todo tiene Alma, un átomo, una molécula, una célula o un organismo de cualquier escala evolutiva. Aquí revelamos que las plantas y animales también poseen Alma. Obviamente la conciencia va a ser diferente según la organización biológica, a mayor complejidad, mayor expresión del Alma. No es lo mismo la conciencia de un unicelular que la conciencia de un mamífero, y no es lo mismo la conciencia de un primate que la conciencia de un ser humano.
Una vez que el Alma hizo su aparición, expliquemos su bajada al mundo material.

Ella está equipada por un triple ropaje: el cuerpo átmico (con características del Espíritu, del Padre, la divina voluntad), un cuerpo búdico (con características propias del Alma, el Amor, la unión) y un cuerpo mental superior (con características de la Madre, la intuición, la mente). Para manifestarse en el mundo material denso, ese triple ropaje se cubre de varios cuerpos que constituyen la personalidad: el cuerpo mental inferior (con características del mental superior pero más ordinarias, más mundanas), el cuerpo astral (con características del búdico pero con un amor con minúscula, más individualista) un cuerpo etérico ( también llamado cuerpo de energía o doble, porque es por donde circulan las energías que nos mantienen vivos y es el molde del cuerpo físico) y el cuerpo físico (que es el que todos conocemos y que no hace falta explicar).
Si analizamos las personas que nos rodean, observaremos que algunas se parecen mucho a los animales, incluso peores que ellos, que sólo viven para satisfacer sus instintos y son gobernados por la agresividad, la ferocidad. En cambio hay otras que son muy espirituales, de sentimientos fraternos, siempre dispuestas a ayudar al prójimo, a colaborar por el bien de una persona, un animal, o el planeta.
La diferencia en ellos radica en que los primeros (los más salvajes) sólo escuchan la voz de los cuerpos inferiores de la personalidad, y los segundos (los más espirituales) escuchan la voz del Alma. Si se escucha la voz de la personalidad se es una persona individualista, egoísta, que sólo vive para sí misma. Si se escucha la voz del Alma se es una persona fraternal, dadivosa, que lucha y se compadece por el sufrimiento de los demás.
El Alma es la razón de la vida, quiero decir con esto que somos almas con cuerpo y no cuerpos con alma, es decir que nuestra experiencia en este y en todos los mundos son para el enriquecimiento del Alma, para que la materia escuche Su voz y la eleve a su vibración, y no como creen muchos que venimos a este mundo a satisfacer nuestras necesidades físicas, biológicas e instintivas.
Hagamos un análisis energético de lo que ocasiona la separatividad en nuestros campos de energía, es decir en el cuerpo etérico. Las energías de sentimientos egoístas e individualistas circulan hacia adentro provocando asfixia, lo que conlleva tarde o temprano al sufrimiento, la crisis, el peligro y finalmente la oportunidad. Vemos aquí que las cosas malas que nos suceden son consecuencia de nuestro mal accionar, de nuestro ego desmedido que sólo busca satisfacción personal, pero que al final esas cosas malas son las que nos ponen freno y a veces nos enderezan hacia el camino correcto. Digo a veces porque el ser humano se hipnotiza tanto con las experiencias que satisfacen los sentidos, que en ocasiones una persona es “sacada” de esta vida para que no se siga contaminando. Un adicto perdido a veces muere de sobredosis, y en realidad es bueno, porque así tendrá una nueva oportunidad en otro lado, en vez de seguir cayendo en un abismo sin fin.
Las energías de amor fraterno, de solidaridad, de respeto al prójimo, de comprensión, producen en cambio una sensación de relajación, uno se siente completo, satisfecho por el sólo hecho de hacer el bien, sin recompensa alguna. Es una alegría y un disfrute distinto al que brindan los sentidos ordinarios.
Hubo un descubrimiento fascinante que siempre comento, el de Masaru Emoto y sus fotografías de las moléculas de agua. Los sentimientos y pensamientos de las personas modifican la estructura geométrica de los cristales de agua cuando se congelan.
Las moléculas irradiadas con paz y amor por monjes en estado de meditación tienen una geometría bellísima, en cambio las que fueron irradiadas con sentimientos de odio en cárceles tienen una geometría irregular, amorfa.
Si estamos constituidos por un 70 por ciento de agua: ¿Qué hacen nuestros sentimientos y pensamientos con nosotros mismos? ¿Y cómo influyen los pensamientos y sentimientos ajenos en nosotros?

Estamos todos unidos, interconectados, como si viviéramos en un gigantesco holograma, donde cada parte es igual al todo y donde lo que le sucede a una parte le sucede al resto. Como se dice en la India: en el cielo hay una red de perlas engarzadas por un hilo invisible, en donde cada perla refleja al resto. Nosotros somos las perlas y lo que hacemos se verá reflejado inevitablemente en los demás.
Los sentimientos y pensamientos que tenemos a diario influyen en nuestra salud, ¿saben por qué? Porque las energías brotan del cuerpo etérico, más precisamente de los chakras o centros de energía, y ellos se materializan en nuestras glándulas internas haciendo que funcionen bien o de manera desordenada. Producirán diferentes clases de hormonas según sintamos y actuemos. Y sucede algo increíble: se recibe exactamente lo que se da.
Significa que las energías que damos vuelven a nosotros. Si damos malos sentimientos todo el tiempo, los mismos vuelven a nosotros y entramos en un círculo vicioso. Si emitimos bien, sentimientos relacionados con la paz y el amor, volverán a nosotros y cada vez nos sentiremos mejor. Y las glándulas internas se activarán y obtendremos unos beneficios increíbles.

Cuando se empieza a sentir de esa manera con bastante frecuencia, el chakra cardíaco se activa y como consecuencia se activa también el timo, glándula situada detrás del esternón que en la infancia se relaciona con la formación de las defensas de nuestro cuerpo y que al entrar en la adolescencia se atrofia. Surgen entonces defensas increíbles que evitan que nos enfermemos, y esto por el hecho de sentir Amor. Esto se llama defensa por irradiación.
La humanidad ingresó en la Era de Acuario, la era de la conciencia grupal, y debe comprender que crecer no significa desarrollar la mente y el cuerpo sino desarrollar el aspecto Amor dentro de cada uno de nuestros corazones.
Cuando esto suceda las energías provenientes de nuestra parte inferior se unirán con las energías superiores y se unirán en el corazón, y de esta manera se sutilizarán nuestras células y nuestros átomos, surgiendo una alegría y responsabilidad inseparables. Alegría de saber que se actúa, piensa y siente de manera fraterna, de saber que uno está cumpliendo con su misión; y responsabilidad por saber que ya no se puede ser indiferente al dolor y al sufrimiento ajeno.

Espíritu y materia no están tan alejados como creemos, lo que sucede es que nosotros los distanciamos con nuestra ignorancia y separatividad, lo hacemos cada vez más denso, cada vez más sordo a los reclamos del Alma que lucha día tras día de comunicarse con nosotros.

¿Acaso no hubo alguien llamado Jesús que sintió tanto Amor por todos que transformó su cuerpo en espíritu y se lo llevó al morir?

2 comentarios:

jessii (L dijo...

buen blog!!
jaja
besos!!
:D

Paradise dijo...

Waw, pasaron, nose... 4 meses? que me dijo que lo leyera y recien ahora lo hago O__O Jaja. Por fin entendi lo q ue me explico la otra ves n.nº
Ah Profe! Va ser re feo estar sin sus charlas :/ Lo voy a re extrañar! Espero que le vaya bien en el cole :)
Nos hablamos
Agustina Casanga (Con blog en construccion (?)