viernes, 18 de diciembre de 2009

La crisis actual y el año 2012

Hoy vamos a hablar acerca de los tiempos que la humanidad está viviendo, relacionándolo un poco con el Apocalipsis que vaticina la Biblia y las profecías mayas para el año 2012.
No hay que ser demasiado inteligente para comprender que el ser humano está en crisis. Basta con mirar un solo día las noticias: un hombre le pega un hachazo a su esposa en el pecho y mata a cuchilladas a sus hijos de cuatro y siete años, un hombre viola y mata a una criatura de cuatro añitos, se despellejan vivos a los animales para sacarles la piel y hacer tapados. Todo indica que si teníamos un alma, ésta se perdió en algún momento de nuestra existencia.
¡Ojo!, no creo que todos los seres humanos sean así. Conozco y he conocido gente maravillosa que lucha constantemente por un mundo mejor, que trabaja brindando su vida y su tiempo en pos de una humanidad mejor.
Una de esas personas que lucha en la actualidad es Al Gore, que se postuló para presidente de los Estados Unidos y que perdió con George W. Bush. Ahora viene el cuestionamiento: ¿Por qué una persona de excelentes intenciones que quiere por sobre todas las cosas disminuir el calentamiento global y mejorar el planeta, pierde?

¿Por qué gana G. W. Bush que llevó a la muerte a miles y miles de personas en la guerra de Irak y que tal vez él sea el responsable de la tragedia del 11 de septiembre?
Pareciera que Dios se hizo a un lado. Es más, pareciera que Dios quiere que el ser humano caiga y se golpee tanto pero tanto, que ahí sí se va a dar cuenta de los errores en que ha incurrido. Me inclino por la segunda hipótesis.
Pero me gustaría ampliar esto último que dije. El problema radical es: ¿Qué es Dios para nosotros? Si pensamos en un ser que está en el cielo observando si nos portamos mal o bien es una cosa, que no comparto. Pero si creemos que Dios es una energía que está en cada una de las partículas de este universo, que dinamiza a las partículas y fuerzas existentes, y que es la razón que da vida a los organismos, eso ya es otra visión. Dios está en cada cosa y ser de la creación. Y poseemos un bien más que preciado: la libertad. Con ella decidimos qué hacer cada segundo de nuestras vidas. Elegimos por qué camino andar siempre. Pero sucede algo como consecuencia de nuestra elección: determinamos nuestras experiencias futuras. Es lo que explica el karma, la ley de causa y efecto: haces algo y eso determina otra cosa, inclinas la balanza hacia un lado y se irá hacia el otro. Y sucede que le echamos la culpa a Dios de lo que nos pasa. ¡Qué hipócritas que somos! Lo que nos pasa es producto de nuestras elecciones, hagámonos responsables de una vez por todas de nuestras vidas, de nuestros destinos. Dejemos de poner todo en manos de Dios y usemos nuestras propias manos, que para eso Dios nos las dio, al igual que un cerebro maravilloso que con miles de millones de neuronas es capaz de hacernos ver no sólo la realidad externa sino también la interna. La interna tiene que ver con nuestro camino espiritual, con el motivo que nos trajo a este mundo. Y no es que crea que Dios nos deja solos, al contrario. Creo que nos regala la libertad para que elijamos correctamente, pero si no lo hacemos, los Guías (seres que ya no necesitan tener cuerpo físico porque son Liberados) nos acompañarán a cada tramo. Sólo en la vida se realizan las personas, no leyendo libros ni recitando salmos de memoria. Se debe pasar por la zarzardiente de las vivencias para saborear su esencia.
Cierta vez leí en un excelente libro de Aurora de Cantor, que la vida del ser humano posee en la mayoría de los casos un cuarteto: sufrimiento-crisis-peligro-oportunidad.

Este cuarteto puede explicarse así. El ser humano, al estar alejado de su conciencia, de su alma, vive exclusivamente en los planos inferiores, que lo llevan sólo a la satisfacción de sus apetencias biológicas y sensoriales. Pero no vino a este mundo para eso, vino para descubrir su divinidad, para ganar su propia alma, para liberarse por esfuerzo propio de las cadenas que lo aprisionan al mundo sensorial y poder así brillar como lo hicieron a lo largo de la historia Jesús, Buda, Krishna y tantos otros.
Esta vivencia en planos de vibraciones bajas lleva indefectiblemente al sufrimiento, porque el fruto de dichas experiencias es efímero, es una felicidad que dura sólo unos instantes, que otorga un sabor dulce al paladar pero que se va tan rápido como vino, generando una búsqueda desenfrenada de más y más estímulos. Se crea una vida vacía que carece de una felicidad verdadera. No se tiene paz ni descanso.
Ello genera una crisis que puede darse tanto en los planos físico, emocional y mental, lo que puede traducirse en enfermedades pasajeras de mayor o menor gravedad.
El peligro se hace presente. Es tiempo de elegir si nos encaminamos hacia el camino correcto o si seguimos sumergiéndonos en el lodo. El libre albedrío juega su rol. Es nuestra oportunidad de encauzar el timón de nuestra existencia o seguir hacia más crisis y sufrimientos.
¿Será tal vez que la humanidad también tenga que pasar por este cuarteto? Yo creo que sí. Para construir algo nuevo se debe destruir lo viejo. Pero hay algo que creo con profunda convicción: morirán los que ya están muertos

La Biblia nos habla en el Apocalipsis de San Juan de los Cuatro Jinetes que cabalgarán expandiendo muerte y destrucción. Muchos interpretan a los jinetes como pestes, guerras y demás flagelos.

Pero siguiendo con la teoría del cuarteto, Apocalipsis es solamente cambio, no aniquilación total. Se debe sufrir para cambiar, así de ciego es el hombre. Pero una nueva humanidad florecerá. Un jinete traerá paz y luz, el Blanco. Jesús prometió un Consolador que restablecerá el orden y la justicia. Quizás sea Él mismo: “No os dejaré huérfanos. Todavía un poco y el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis, porque yo vivo y vosotros también viviréis.”
Los mayas nos dicen algo muy similar. La humanidad, en diciembre de 2012, ingresará en una zona donde recibirá de una manera más intensa las energías del centro galáctico, lo que provocará que el hombre se observe a sí mismo y reconozca que debe encauzar su vida para cumplir con aquello que le fue encomendado (ingresará en el salón de los espejos).

Estamos en una época en donde se ve como una fractura en los seres humanos. Por un lado están los que pelean por mejorar la situación, y por el otro están los que carecen de conciencia, capaces de matar inocentes por nada, o de violar criaturas o mujeres indefensas. Mi Maestro me lo había vaticinado: por un lado el homo sapiens y por el otro el homo cósmico, aquel que fue capaz de descubrir su divinidad y ser capaz de arrodillarse frente al dolor ajeno como si fuera propio.
Es la eterna lucha entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, entre Dios y el Diablo, entre las fuerzas solares y las lunares.
No habrá nunca aniquilación total. No hace falta destruir el planeta por completo. Existen millones de creaciones y sus dimensiones donde el hombre puede cumplir un destino. Las almas no pueden morir, sólo cambiar de escenario. Ya lo decía Krishna en el Bhagavad Gitá: “Arjuna, tú ve a la guerra que no puedes matar sus almas”.
Debemos despertar antes de que el sufrimiento sea la herramienta para hacerlo, antes que los cataclismos aparezcan en el planeta, o en menor escala, antes que en nuestras vidas aparezcan enfermedades, decepciones o crisis. No seamos tan necios y analicemos lo que nos han dejado los grandes maestros. Ellos han pasado por este mundo para ayudarnos y guiarnos en el camino. Han descendido desde los planos superiores con su infinita misericordia para tratar de elevarnos.
¿Qué hacemos de nuestras vidas? ¿Un compilado de objetos materiales y disfrutes sensoriales? ¿Nos llevaremos eso al más allá? Yo creo que no. Que lo único que nos llevamos es aquello que nos engrandece, lo llevamos en el alma, y aquello que nos opaca, que nos ensucia, debemos limpiarlo en otras vidas. Así, poco a poco, seremos solamente luz y ya nada podrá afectarnos.
El que transforme su interior en una lámpara que siempre esté iluminada, nunca se verá afectado por las agresiones externas y además será como un faro en este mundo que tanto necesita guía y amor fraternal.