El Ser Humano posee una constitución septenaria. El correcto fluir, el ser consciente de cada uno de nuestros cuerpos nos acerca a Dios, nos hace ser cada vez mejores, nuestra capacidad de amar se acrecienta, nuestro sentido fraternal aumenta, y todo esto hace disminuir nuestro EGO siendo cada vez más espirituales.
CONSTITUCIÓN
· Cuerpo físico
· Cuerpo astral
· Cuerpo pránico
· Mente instintiva
· Intelecto
· Mente espiritual
· Espíritu, esencia
La conciencia de poseer niveles superiores nos acerca a las “verdades universales”, y este acercamiento se traduce en “inquietudes espirituales”, es decir en deseos de ser mejores personas.
La persona gobernada por la mente instintiva es mecánica, es arrastrada por deseos, instintos, que han servido para nuestra evolución, pero que no alcanzan para obtener verdades superiores, lo que en realidad es lo que venimos a buscar pero que abandonamos por quedar hipnotizados por cosas terrenales.
El quinto nivel, el intelecto, se mezcla con el cuarto, y así algunos animales parecen razonar o al revés, algunos hombres parecen salvajes. En grados superiores del quinto nivel se tiene consciencia del yo interno y se deja de ser autómata. Pero esto no significa ser mejores, pues no se puede ser bueno leyendo libros sagrados.
Lo que tendría que suceder es que el intelecto sea usado para contactarse con la mente espiritual, el sexto nivel. En realidad siempre recibimos energías del sexto nivel o mente espiritual, pero ésta es eclipsada por los densos obstáculos materiales.
Al contactarnos con este sexto nivel uno se siente mejor, siente despertar, comienzan a emanar emociones nobles, sentimientos elevados, se acrecienta el amor al prójimo, somos más fraternales, en definitiva, se acrecientan las cualidades más nobles del ser humano.
Jesús decía: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y con toda tu mente y con toda tu fuerza, y al prójimo como a ti mismo”.
El impulso para ser mejores proviene del sexto nivel, de la mente espiritual.
Nosotros tenemos intelecto y nos balanceamos constantemente entre la mente instintiva(demonio) y la mente espiritual (ángel).
Pero sucede que en ocasiones la elección es difícil. ¿Cómo ayudarnos?
Hablemos del aura humana.
Cada uno de los siete principios del hombre emana una radiación, una energía de la misma índole que los rayos X. Estas radiaciones son visibles para algunos psíquicos. En realidad sólo algunos pueden ver los rayos que emanan de los cinco principios inferiores, muchos menos pueden ver las emanaciones del sexto nivel y nadie hoy en día las del séptimo.
Cada nivel emana su aura particular, y posee un color característico según el estado en el que se encuentre la persona y su grado de evolución.
Una persona que puede observar el aura y que conozca el significado de los colores áuricos puede leer los pensamientos de una persona como en un libro abierto, al igual que sus emociones y sentimientos. Es posible saber las tendencias de un hombre, su grado de progreso y desarrollo, como también sus gustos y otras cualidades de su personalidad, con saber interpretar los colores áuricos.
Ahora ¿Por qué les hablo acerca del aura? Para comprender que los pensamientos son cosas. Dijimos que cada uno de los siete principios que constituyen al hombre irradian energía, emanan un aura particular. Esta irradiación se puede ver, sentir, y si existiera un aparato se la podría medir. Es tan real como el aire que respiramos, o como el vapor de agua, o cualquier otro gas que conozcamos.
Así como se proyecta la luz del sol, o los vientos solares, o el calor de una estufa, o el aroma de una flor, así se proyectan las partículas áuricas.
En astronomía se sabe que uno puede ver una estrella en el cielo a pesar de que la estrella puede ya no estar, no existir. Igualmente, una estufa apagada sigue irradiando calor.
Así también los pensamientos pueden subsistir activamente aunque hayan sido emitidos años antes por una persona, que pudo haber cambiado su carácter mental o pudo haber muerto.
Muchas casas “embrujadas” sólo poseen restos de pensamientos de personas que la habitaron y también pueden aparecer “cascarones astrales” (restos del cuerpo astral) que tienen apariencia humana, pero que no tienen vida ni inteligencia. Tanto los pensamientos de los fallecidos como los cascarones astrales desaparecerán con el tiempo. Basta con inundar el lugar con nuestros pensamientos positivos.
Los sitios y lugares están impregnados por pensamientos de personas que allí habitaron y que ya se han ido.
Nuestra mente irradia de continuo emanaciones, partículas cargadas de las cualidades de la misma, y flotan como nubes mezclándose con otras ondas mentales de la misma índole, pudiéndose trasladar a distintas regiones. Algunas permanecen en el sitio de emisión, otras son atraídas por vibraciones símiles que producen personas distantes.
Hay diferentes ondas de pensamientos. Algunos son mecánicos, sin fuerza, pero otros están cargados de Prana por lo que son muy vitales y poderosos. Este pensamiento cargado de energía puede producir sorprendentes efectos. Es una fuerza viva que puede ser dirigida por la voluntad.
Muchas personas asocian sus pensamientos con algo concreto, como una emisión de color o de luz de un color determinado, para que resulte más fácil formarse idea de ello.
Un pensador entonces puede atraer ondas de pensamiento análogas, ya que por ley de atracción se unen unas con otras, combinándose. Existen ambientes donde es palpable la atmósfera de alegría, sociabilidad y cariño, mientras que otros son fríos y repulsivos.
De igual manera hay personas que emanan positivamente y otras son “tóxicas”, basta su sola presencia para causar malestar.
Pero uno puede ingresar en una atmósfera densa y con su propia irradiación mantenerse al margen. Lo que sucede en general es que tarde o temprano somos influenciados por el ambiente, pues no le damos a nuestros pensamientos suficiente energía pránica. Por eso se deben evitar ambientes sofocantes, donde hay deseos bajos, lujuriosos, pornográficos o cargados de emociones bajas o sentimientos negativos, pues es relativamente fácil que seamos influenciados por ellos (agregar leña al fuego).
Por el contrario, si recurrimos a ambientes cargados positivamente, con personas agradables, con capacidad de amar, fraternales, recibiremos influencias positivas.
Es decir, y aquí está el quid de la cuestión, que quien cultive pensamientos de odio o maldad atraerá pensamientos de la misma calidad que inundarán su mente, y cuanto más permanezca en este estado peores serán los pensamientos siniestros. Y sucede algo terrible, no sólo se atraen pensamientos similares sino que aparecen circunstancias y condiciones apropiadas para que el pensador pueda hacer uso de sus inclinaciones. Es como que toda la naturaleza conspira contra él.
Por el contrario, quien se habitúe a tener elevados y nobles pensamientos, a su debido tiempo encontrará las condiciones congruentes con los mismos, su vida cambiará para mejor, pues recibirá ayuda no sólo de nubes de pensamientos positivos que existen en el astral, sino que además percibirá las ondas mentales de las grandes almas que existen y existieron. De repente sentimos una energía poderosa que nos empuja con fuerza, nos sentimos motivados, con valor para enfrentar la vida.
Nadie puede ser afectado por ondas de pensamiento siniestras si se mantiene en un ambiente mental de amor y confianza.
El pensamiento es tanto más fuerte cuanto más elevado. Los poderes superiores sólo puede poseerlo los hombres de gran desarrollo espiritual, el bien prevalece sobre el mal, la luz prevalece sobre la oscuridad (en una habitación iluminada, por una ventana abierta no puede ingresar la oscuridad, pero sí puede ingresar la luz a una habitación a oscuras).
Lo que hay que hacer es aclamar el auxilio de estas formas de pensamiento que existen por doquier, sólo que no creemos en el poder que tienen. Si la humanidad estaría a merced de las ondas de pensamientos egoístas, había perecido hace tiempo, pero las cosas están ordenadas de otro modo.
Cada uno de nosotros abre las puertas a ondas de pensamiento de carácter similar. Cada uno invita a quien quiere. Cuidemos la elección.
Nuestros deseos crean formas de pensamiento que se esfuerzan por satisfacer nuestros deseos, sean buenos o malos. Y como dijimos aparecen las circunstancias para satisfacer esos deseos. Por esto cuidemos de cómo pensamos, si pensamos en dañar o con envidia habrá funestras consecuencias para darnos una lección: moriremos en el patíbulo que levantamos para otros.
Existe un depósito mental con ambas polaridades, nosotros elegimos. Los deseos buscarán expresarse y exteriorizarse.
Existe un depósito de pensamientos enorme
¿Por qué no lo aprovechamos?.
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